El coleccionista de secretos

En los 70, el artista conceptual Hreinn Fridfinnsson publicaba un anuncio en una revista de arte holandesa con este enunciado:

I collect personal secret!
Please send me yours.
I look forward to learning them
and will keep them carefully


Podría interpretarse como algo así: Artista colecciona secretos. Envíeme el suyo: nunca nadie lo sabrá.”

Freud llegaría a basar la vida de nuestra conciencia en engranajes secretos subyacentes: secretos que son secretos a nosotros mismos.

En el juego de la verdad se supone que tiene que haber algo por conocer, algo que no está dado, algo secreto.

La acción de Fridfinnsson no llegó más allá del anuncio. Manifestó no haber recibido ningún secreto, estableciendo un irónico juego entre verdad, mentira y disimulo.

Varias décadas después, seis artistas exploran las tensiones cambiantes que generan los objetos levitantes en el espacio: liberación, caída, pérdida, ensoñación.
Establecen un juego de engranajes entre apariencia y verdad que fortalece la presencia semiautónoma de seis obras individuales que dialogan con el espacio que las rodea.

El coleccionista de secretos propone un ejercicio de percepción en el que el público se transforma en eje de un juego que le posiciona como resorte liberador de contenidos, sujeto constructor de significados.